"En la inmensa sabana el león duerme, el león ronca el león sueña."
¿Con qué puede soñar un león? No le des más vueltas; sueña con un melocotón. Al despertarse con la boca abierta, se acuerda de su melocotón y, después de estirarse y hacer pis detrás de una planta (imagino que para que el ilustrador no le saque), olisquea el aire y se pone en marcha.
¿Dónde va? A buscar un melocotón. ¿Con quién se encuentra? Con una pantera. ¿Con qué ha soñado la pant-era? Con una p-era. Y caminan los dos, y se encuentra con una gacela. Una gacela que quiere encontrar una... ¡ciruela!
Por la sabana, caminando, caminando, un león busca un melocotón, una pantera quiere una pera, una gacela desea una ciruela y una gallina piensa en una...
Un cuento con una retahíla acumulativa que enseguida se te pega, tremendamente divertido y con unas ilustraciones tan atractivas como geniales que derrochan humor por los cuatro costados. Un libro fácil de contar, de jugar, de cantar, de aprender. Lleno de animales de la sabana y lleno de frutas. ¡FRUTAS! Venga, no te quiero engañar, frutas y una hortaliza (la de la rata). Por eso van todos en busca del mono frutero (la monda), que se encoge de hombros y se pone un sombrero y se va, porque en la frutería solo quedan dos guisantes.
Y estarás diciendo ¿pero y el elefante?. ¡ELEFANTE, UN GUISANTE! Eso le dijo el doctor, que le ha puesto a dieta. ¿Y entonces? Entonces, para solucionar este lío, tendrás que ir al libro y leer hasta el final, donde el doctor, precisamente nos da la clave para resolver la trama de esta historia entre risas. Y a contar otra vez. ¿no te lo crees? ¡Ja! te digo. Este cuento lo cuento hasta yo. Pero si lo lees, seguro seguro que también lo cuentas tú.
Feliz lectura. Feliz semana. |
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